Hay ocasiones en las que la vida en lo personal no va, no nos funciona, queremos conseguir algo en nuestras relaciones y no lo conseguimos, lo que hacíamos hasta ahora para ello ha dejado de servirnos, lo que aprendimos ya no nos es útil, nos sentimos perdidos, dudamos de lo que sentimos, necesitamos o queremos o simplemente lo desconocemos.

Son esos momentos en los que la vida duele, te sientes perdido/a, desanimado/a, sin motivación, con miedo o quizá ansiedad o angustia, son  esas situaciones en las que las personas  difícilmente se colocan por deseo propio, quizá lo hagan sin darse cuenta pero desde luego no lo quieren ni lo hacen  a conciencia, yo por lo menos no.  Parece que es la vida quien decide por nosotros y nos empuja a un aparente callejón sin salida.

Basándome en mi experiencia,  creedme si  os digo que la vida no lo haría si no supiera que puede confiar en nosotros,  en nuestras capacidades y recursos, la vida sabe más que nosotros y si lo hace sabe que, más allá de nuestra mirada, hay un camino por descubrir,  un posible  aprendizaje y crecimiento,  la opción de madurar como persona.

A veces las personas creemos, tenemos la fantasía o idea loca que se puede crecer sin dolor, yo digo que no, yo no he podido, a mí me han dolido muchas cosas en la vida y si no fuera por eso no hubiera crecido.  Si alguien cree que es posible hacerlo de otro modo en el terreno de del crecimiento personal, honestamente creo que está equivocado.

Otra creencia, fantasía o idea loca es que llegados a este punto, se puede crecer sin ayuda, yo creo que tampoco. Es necesario pedir ayuda en momentos como el que describo y es sano hacerlo.  La vida es relación y escoger una relación enriquecedora en estas situaciones de desorientación, desmotivación, desanimo, miedo, ansiedad o angustia, en definitiva, cuando duele la vida,  es fundamental para sacarle partido a la experiencia, aprender lo que nos toque aprender, tocar tierra firme y saber hacia dónde caminar, dejar atrás lo que ya no nos sirve y darnos cuenta de que si la vida confía en nosotros yo no soy quien para contradecirla.

Esa relación de ayuda de la que hablo es la terapéutica, llámese Coach o terapeuta o psicología de las diferentes variantes que pueda haber. Yo conozco a fondo la Gestalt y también profundamente el Coaching, son los dos modelos que,  para mí, ofrecen la posibilidad de acompañar, apoyar y guiar a una persona  para que, por sí misma (y este es el quid de la cuestión, pues el único aprendizaje posible es que realizamos por nosotros mismos) se dé cuenta de aquello que le ha hecho sin conciencia que le ha llevado a esta situación y de aquello que puede hacer para salir de ella.  Tome conciencia de que le pasa, que siente, que necesita y  quiere, descubra y aprenda todos los recursos y  capacidades que desconoce.  Asuma la responsabilidad de su vida entendida esta como la habilidad de responder a los desafíos que aquella le presenta, decidiendo, en definitiva, tomar con sus manos  la vida que se le ha dado , con todo lo que eso pueda doler y con todo lo que eso tiene de enriquecedor que,  os aseguro, es mucho.

*”La vida duele” es el titulo de una canción del grupo Obk. Yo no la conocí por eso sino por escuchársela a mi supervisor Francisco Sánchez Gavete, psicólogo y  experimentado terapeuta Gestalt, en los grupos de trabajo.

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