El otro día lleve a cabo un Taller de los que realizo habitualmente para la Ansiedad.
Estos días andaba revisando el titulo pues, pues pensando sobre él, me dí cuenta de que el Taller no era para la ansiedad sino para personas ansiosas o que sufren de ansiedad. La finalidad del Taller es acompañar a personas para que descubran por si mismas como, conociéndose, pueden encontrar recursos para manejar su ansiedad.
En este Taller hay una parte de autoconocimiento y otra más dirigida en la que indico, muestro o sugiero técnicas y recursos que a mí (me confieso un ansioso desde mi juventud y aún hoy, con cierta tendencia a sufrirla) me han ido bien y que también he aprendido con mi experiencia con las personas que he acompañado y en mis formaciones.
Sostengo, como afirma la Terapia Gestalt, que la ansiedad es un “choque de trenes” (expresión muy de moda recientemente) entre la excitación energética para satisfacer una necesidad del ser humano, sea de expresión o emocional, y el autocontrol excesivo de dicha excitación por miedo al dolor, castigo o a un futuro incierto y catastrófico…
En el último Taller me llamo la atención una de las participantes que, gracias a un ejercicio realizado, contactó con una necesidad de expresión, nos revelo a todo el grupo un deseo, una vocación profunda a la que dedicar su vida.
Para hacerlo advertí que daba muchas vueltas y sus expresiones parecían nerviosas y agitadas, hablaba mucho acerca de ello y su discurso parecía atropellado y excesivo en palabras, su cuerpo estaba agitado y sus expresiones eran evasivas. Le pedí que parara, detuviera su charla y respirara, que nos mirará y siguiera respirando, mientras lo hacia pareció calmarse, le pedí que repitiera lo que ella quería hacer en el futuro, su vocación vital con pocas y sintéticas palabras, cuando acabo le rogué que guardara silencio y nos mirara. Paso un tiempo en silencio, sin palabras, un tiempo necesario para dar lugar a la emoción y el sentir en cada uno de nosotros.
Cuando esto ocurrió yo sentí que en la sala y en el grupo, de alguna manera, había cambiado algo, en ella también, pareció más calmada y creo que se sintió aliviada y apoyada.
Pedí al grupo que le diera un feedback de cómo les habían llegado sus palabras a la manera gestáltica, es decir, como me he sentido yo, que me ha pasado a mí escuchándote, sin juzgar, ni dar consejos, solo como me llegan tus palabras a mí, como me hacen sentir.
Todas las personas en mayor o menor grado manifestaron que les habían conmovido las palabras de su compañera, a mí también.
Ella se sintió aliviada y emocionada por lo que había ocurrido y por el soporte del grupo, fue muy valiente y atrevida, confió en mí, y creo que se llevo un regalo de la experiencia.
Fue uno de esos momentos que a veces ocurren en gestalt en los que un grupo de personas que apenas se conocen comparten algo tan sencillo y tan conmovedor como expresarse y sentir con honestidad y sin miedo.
Mi fantasía es que esta persona estaba “ansiosa” por compartir y no ser juzgada, sin vergüenza ni culpa por ser como es. Libre de juicios y libre para poder expresar la ansiedad.
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