“Es como si hubiera un muro entre nosotras. Cuando mi hija era más pequeña hablábamos de todo muy abiertamente. Pero a medida que crecía fue apareciendo ese muro. ¿Por qué ya nunca habla conmigo?”. Quien se lo pregunta es Silvia, madre de Xènia, de 16 años. Las dificultades de comunicación con los adolescentes son uno de los temas por los que más consultas reciben los terapeutas y consejeros familiares, además del consumo de drogas, la adicción a las tecnologías, la sexualidad, la agresividad, la dificultad para ponerles límites, o que puedan ponerse en peligro a sí mismos, explica Yolanda Medina, psicóloga y terapeuta Gestalt de Gestaltvida. La frustración de esta madre no es un caso aislado.
Los años de adolescencia, para muchos expertos, tienen mucho en común con la etapa infantil de “los terribles dos”. En ambos momentos de su desarrollo nuestros hijos están en un momento crucial, empezando a hacer cosas nuevas y excitantes, pero a la vez, están probando nuestros límites y los suyos y es bastante común que tengan rabietas. En ambos casos, el salto de maduración que realizan les lleva a la misma situación: apartarse de los padres y hacerse más independientes. Esto complica las cosas para los padres, especialmente porque los adolescentes empiezan a tomar decisiones que tienen consecuencias importantes relativas a sus estudios, sus amigos, la sexualidad o el abuso de sustancias, cuando todavía no son capaces de regular bien sus emociones. Lo que hace aún más importante que la comunicación entre padres e hijossea fluida. Pero, ¿cómo pueden los padres hablar con sus hijos cuando resulta que ellos se niegan? ¿Cómo traspasar sus barreras?
Adaptarse
Lo natural es que pasen de ti; no te frustres
“Podríamos decir que es natural que para el adolescente en general su principal interés sea relacionarse con sus pares, en detrimento de la comunicación con sus padres, pero no en todos los casos es así”, aclara Medina. Cada adolescente es distinto, y cada padre también, pero lo cierto es que a muchos les cuesta aceptar la cerrazón, la indiferencia y la obstinación de sus hijos en esta etapa de la vida. Los expertos explican que no debemos desesperarnos: aunque parezca lo contrario, los adolescentes necesitan tener relaciones amorosas y positivas con sus padres y los adultos que les rodean.
Arturo Canals, terapeuta Gestalt y coach especializado en adolescencia, advierte que “los hijos aprenden de lo que hacemos y de lo que somos, y no de lo que decimos. Por eso, predicar con el ejemplo es nuestra mejor baza. Respetarles, ser amables y comprensivos con ellos –y con nosotros mismos– desde pequeños nos ayudará a que aprendan formas de relacionarse parecidas”
Estar disponible, acompañarlos en sus dificultades, animándolos, y retirarnos cuando ya no nos necesitan son otras de las claves que Canals presenta. “Poner unos límites claros también es importante, desde pequeños. Los límites, así como el apoyo que les demos, aportan seguridad a los hijos y a los padres. Y por último, es importante que nos hagamos cargo de nosotros mismos como padres y madres, tomando conciencia de nuestras necesidades y de nuestras emociones. Eso ayuda a que los hijos se sientan más seguros y tranquilos para hacerse cargo de su propia vida con éxito”.
Derribar la muralla
Si perciben que tu interés es sincero, acabarán abriéndose
Yolanda Medina aconseja, en primer lugar, tomar conciencia de lo que nos sucede cómo adultos: “Preguntarte para qué quieres llegar a tu hijo. ¿Hay algo que me preocupa y necesito saber? ¿Se trata sencillamente de que me gustaría pasar más tiempo con él? A veces, buscar un buen momento y expresar nuestro deseo como tal es suficiente. No es lo mismo decir: “Te pasas el día con tus amigos o con el móvil. ¿Qué pasa, que ya no quieres pasar el tiempo conmigo?”, que decir “Me encantaría pasar más tiempo contigo. ¿Qué te parece si un día de esta semana hacemos eso que tanto te gusta a ti?”. Expresar un deseo o una necesidad desde uno mismo sin juicios hacia el otro abre un canal mucho más respetuoso. Pero si el hijo no quiere habrá que respetarlo y sostener nuestra frustración. Quizás, si no solemos ser asertivos en nuestra comunicación, de entrada no se fíe de nuestra propuesta y hagan falta más de dos y tres intentos para que responda afirmativamente”.
Consejos para mejorar la comunicación
Otros consejos que pueden servir para mejorar nuestra comunicación son:
1. Mostrarles confianza. Los adolescentes quieren ser tomados en serio, por lo que valorarán mucho las muestras de confianza. Pedirle un favor, por ejemplo, dejando claro que estamos seguros de que podrá llevarlo a cabo, puede ser una buena manera de hacerlo.
2. Poner límites, pero no convertirse en un dictador. Más que nunca, los adolescentes necesitan explicaciones comprensivas y amorosas de las normas. Debemos ser firmes con las que decidamos poner, pero también saber explicarlas con cariño y tranquilidad.
3. Validar sus sentimientos. Es importante no tratar de resolver sus asuntos, sino escuchar y poner palabras a lo que les sucede. Si nuestro hijo, por ejemplo, está triste porque se enfadó con un amigo, más que decirle algo como “no importa, tienes otros colegas” le escucharemos, permaneceremos presentes y le diremos algo más parecido a: “vaya, me imagino que debes de haberte disgustado mucho”.
4. Ayudarle a mejorar su autoestima. Aunque parezca que no les importa, los adolescentes siguen buscando y necesitando nuestra aprobación. Elogiar las cosas que hacen bien y buscar motivos para animarles son buenas estrategias para acompañarlos en esta tarea.
5. Seguir compartiendo tiempo juntos. Mantener las comidas en familia y buscar momentos y actividades que podáis disfrutar juntos para reforzar vuestro vínculo.